El lector de Julio Verne es la segunda entrega de los Episodios de una Guerra Interminable, el ambicioso homenaje de Almudena Grandes a Pérez Galdós y a la memoria de los olvidados de una guerra que no termina nunca, que constará de seis títulos.
Si en el primero, Inés y la alegría, la historia arrancaba en los años previos a la guerra en esta ocasión lo hace en la posguerra, 1947-1949. Una época de limpieza ideológica, de represalias, de represión y de miedo en la que algunos siguen luchando por sus ideales y por la libertad.
Sinopsis:
Nino, hijo de guardia civil, tiene nueve años, vive en la casa cuartel de un pueblo de la Sierra Sur de Jaén, y nunca podrá olvidar el verano de 1947. Pepe el Portugués, el forastero misterioso, fascinante, que acaba de instalarse en un molino apartado, se convierte en su amigo y su modelo, el hombre en el que le gustaría convertirse alguna vez. Mientras pasan juntos las tardes a la orilla del río, Nino se jurará a sí mismo que nunca será guardia civil como su padre, y comenzará a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las Rubias, donde una familia de mujeres solas, viudas y huérfanas, resiste en la frontera entre el monte y el llano. Mientras descubre un mundo nuevo gracias a las novelas de aventuras que le convertirán en otra persona, Nino comprende una verdad que nadie había querido contarle. En la Sierra Sur se está librando una guerra, pero los enemigos de su padre no son los suyos. Tras ese verano, empezará a mirar con otros ojos a los guerrilleros liderados por Cencerro, y a entender por qué su padre quiere que aprenda mecanografía.
Mi lectura:
"En Madrid habría gente que creería que en 1939 se había acabado la guerra, pero en mi pueblo todo era distinto. En mi pueblo, los hombres se echaban al monte para salvar la vida, y la autoridad perseguía a las mujeres que intentaban ganársela con la recova, a las que recogían esparto en el monte, a las que lo trabajaban y hasta a las que vendían espárragos silvestres por las carreteras, porque para ellas todo estaba prohibido, todo era ilegal, todo un delito y la supervivencia de sus hijos un milagro improbable. Así eran las cosas en mi pueblo, donde te podían matar por la espalda cualquier noche por haber dado de comer a tu hijo, a tu padre, a tu hermano, sólo por eso, eso bastaba para legalizar cualquier muerte, eso convertía a cualquiera en un bandolero peligroso, un enemigo público feroz, aunque no hubiera cogido un fusil en su vida. Esa era la ley y era una ley injusta, una ley odiosa, una ley atroz y bárbara, pero la única ley, y los guardias civiles quienes la aplicaban.
Ellos solo cumplían órdenes, pero sabían la verdad, y que si algún día se daba la vuelta la tortilla, los que legislaban desde un despacho iban a tener preparado un avión para salir huyendo, mientras que a ellos no les esperaba otro destino que las tapias del cementerio y con razón, la razón de una guerra que no iba a terminar nunca. Lo sabían, y además de remordimientos, tenían miedo, miedo de las represalias, de la venganza que podía cebarse en ellos, dejarles secos en cualquie momento. De ese miedo nacía el odio que les hacía crueles, pero que no dejaba de convivir con un miedo diferente, semejante a su vez al de los vecinos a quienes hostigaban, el miedo que les impedía rebelarse contra las órdenes que recibían, [...]"
Me vais a perdonar por haber transcrito un extracto de la novela tan largo pero creo que recoge perfectamente el sentido de la misma. Además, con Almudena Grandes lo difícil es tomar una frase cortita que destaque sobre las demás. Si mis novelas están llenas de párrafos subrayados (sí, subrayo, a lápiz, eso sí) las de esta autora llegan a tener subrayadas casi páginas enteras. Como digo refleja la situación en la que se vivía en la posguerra donde todos recelaban y tenían miedo.
En mi pueblo, mucho más al norte, en Asturias, tampoco en esos años se había acabado la guerra. También los hombres se echaban al monte o se escondían en desvanes y cuadras, también sus familias sufrían las consecuencias, también se vivía con poca comida en el plato y mucho miedo a la espalda. Por eso no entiendo a quienes acusan a Almudena Grandes de partidaria y partidista. Porque en mi familia también se vivieron casos como los que aparecen en sus novelas. Un hermano de mi abuela pasó años en la cárcel con el peso de una sentencia de muerte que no sabía cuándo se cumpliría. Tuvo la suerte de que se la conmutaran pero un cuñado suyo no fue tan afortunado, no volvió tras una detención y aún hoy su hijo no sabe dónde está enterrado. También era un pueblo pequeño en el que la gente sencilla trabajaba en el campo, también la guerra y el miedo sacaron lo peor y lo mejor de cada uno, también los vecinos se denunciaron para cobrarse viejas rencillas o quedarse con pertenencias del denunciado.
En Fuensanta de Martos, un pueblo de la sierra de Jaén, se desarrolla la historia de El lector de Julio Verne. Allí, Nino, el Canijo, un niño de nueve años, hijo de guardia civil que, como tal, vive en el cuartel, no entiende todo lo que ocurre a su alrededor. Sí sabe que ha habido una guerra, sí vive en carne propia las consecuencias y las carencias pero no entiende los cuchicheos de sus padres, los gritos de los torturados que se cuelan por las finas paredes de la casa cuartel, ni que otros niños no quieran jugar con él.
Con la llegada al pueblo de Pepe el Portugués encuentra a un amigo que, sin pretenderlo, le abre los ojos a la realidad de lo que le rodea y que marcará su vida.
"Así era el mundo, mi mundo, el lugar donde yo había nacido, donde había vivido durante nueve años, una ciénaga donde los valientes, los leales, los inteligentes, tenían que dejar de serlo si no querían morir jóvenes, y la autoridad se apoyaba en la traición, y los traidores lo eran siempre por dinero, y los héroes vivían como animales mientras los cobardes, los chivatos, los analfabetos, comían caliente y dormían es sus camas, amparados por el respeto de las personas decentes."
Nuevamente, como ya había hecho en Inés y la alegría, tomando hechos y personajes reales Almudena Grandes construye su historia y nos la cuenta como solo ella sabe hacerlo, con su dureza y su ternura, con sus personajes valientes y nobles y sus cobardes pero también, esta vez, con los que se quedaron en medio. Con los que no estando de acuerdo callaban. Con los que, huídos al monte, traicionaban. Con los que tenían que cumplir las órdenes aunque vomitasen tras hacerlo.
El lector de Julio Verne es, nuevamente, una gran novela, plagada de personajes que nos van contando sus historias dentro de la principal tejiendo un conjunto del que es difícil separarse hasta terminar, con pena por hacerlo, su lectura.
A través de los ojos de Nino, que poco a poco se abren al horror de los que le rodea, la historia nos llega más al corazón. Un niño inocente, de nueve años, que tiene que madurar deprisa.
Esta vez no es una mujer la protagonista pero no nos faltan en la novela ejemplos de esas mujeres fuertes y valientes que Almudena sabe construir para trasladarnos las condiciones en las que tuvieron que vivir y sacar adelante a sus hijos. Las mujeres de los vencidos, muchos de ellos encarcelados o huidos, pero esta vez también las mujeres de los guardias civiles que tenían que convivir con el resto, que coincidían con las otras en la calle, en la compra o en la iglesia. Marcadas ellas también, como lo estaban las otras, por ser hijas o esposas de sus padres o maridos.
Y por si fuera poco el horror vivido durante la guerra o las carencias a las que tenían que hacer frente se suma el horror de la sinrazón de los vencedores. Las limpiezas ideológicas, el detener, interrogar, torturar o asesinar por cualquier cosa, el miedo a ser sospechoso de algo, el ser más franquista que Franco. El no perdonar de quienes ahora quieren correr un velo por lo que ocurrió, el buscar responsables entre los vencedores de quienes ahora se esconden en la necesidad del olvido gracias a una transición necesaria pero tramposa.
Por tantas mujeres como las Rubias, que tuvieron que sacar adelante a su familia solas, o como Rosa, encarcelada por quedarse embarazada de su marido echado al monte, o como Mercedes, la madre de Nino, que callaba por tener familiares muertos en el bando perdedor y tenía miedo de perder el único sustento de su familia. Almudena les da voz a todas. A ellos también pero de ellos sabemos más.
En este enlace podéis leer un fragmento de la novela, que recomiendo absolutamente.
Por cierto, aquellos de vosotros que hayáis leído antes Inés y la alegría encontrareis algún guiño a esta novela. Si no lo habéis hecho no importa. El lector de Julio Verne se puede leer de forma independiente.
Ficha técnica:
El lector de Julio Verne
Grandes, Almudena
Tusquets Editories
Andanzas 730/2
Marzo 2012
ISBN: 978-84-8383-388-9
País edición: España
424 páginas
19,95 €
xxxxx Buena lectura
Otra novela que me apunto para leer este verano. Muchas gracias. Un saludo.
ResponderEliminarTengo los dos primeros libros de esta serie esperando en la estantería. A ver si logro ponerme pronto con ellos.
ResponderEliminarBesotes!!!
Todavía no he leído nada de esta autora y me apetece mucho ponerme con esta serie, aunque sean independientes empezando por el primero
ResponderEliminarBesos
Quiero leer algo de la autora, aunque reconozco que lo de la Guerra Civil me da un poco de pereza... Pero creo que ella me gustará mucho. 1beso!
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