jueves, 11 de julio de 2013

Los mares del Sur, Manuel Vázquez Montalbán

Después de una, o varias, decepciones en cuanto a lecturas se refiere suelo escoger una novela de ésas que sabes que te devolverán el gusto por la lectura. Puede ser una novela que ya he leído, por lo que la apuesta es segura, o no, pero de un autor de los que sabes que no te fallarán.

En esta ocasión decidí releer Los mares del Sur, de Manuel Vázquez Montalbán, galardonada con el Premio Planeta en el año 1979 además de con el Prix international de littérature policière, y cuya lectura disfruté más si cabe que la primera vez con lo que se va derecha a mi estantería de "grandes novelas", la que ocupan aquellas de las que no desprenderse así se crucen mil mudanzas en mi vida. Si con más años y experiencias, más lecturas y ojo crítico, un libro no sólo soporta una segunda lectura sino que mejora con ella, para mí es uno de los grandes y éste lo es, sin duda.

Y es que estoy de acuerdo con Juan Madrid, que escribe el prólogo de la edición que yo tengo, cuando dice  que "la serie Carvalho [...] es una serie mayor en la historia de la literatura contemporánea en lengua española". Y, dentro de esta serie, Los mares del Sur es, para mí, una de las mejores entregas.


Los mares del Sur




Sinopsis:

Barcelona, 1979: un importante hombre de negocios aparece muerto a navajazos, cuando desde hacía un año se le suponía en la Polinesia. Carvalho averigua qué hizo durante ese año y descubre la peculiar personalidad de la víctima. Un intenso cuadro de personajes y ambientes que refleja los conflictos personales y colectivos de la España de la transición.


Mi lectura:

Cuando dos parejas jóvenes que están de fiesta deciden terminarla robando un coche lo que menos se esperan es que, en su huida de la policía, se termine descubriendo un cadáver. Se trata de Stuart Pedrell, un rico empresario de la construcción, barcelonés y que se suponía estaba de viaje, desde hacía un año, por "los mares del Sur". Será su viuda la que contrate al detective Carvalho para descubrir qué hizo en realidad su marido durante este último año y, en último término, quién le asesinó.

Con este argumento Carvalho vuelve a moverse entre las altas esferas catalanas pero también en los barrios bajos reflejando el autor las diferencias entre unas y otras, del lujo burgués a las penurias de los trabajadores, la realidad de una sociedad barcelonesa y española, en plena transición. También refleja Montalbán los sindicatos y el trabajo de sus bases, la especulación inmobiliaria con la que empresarios "bien relacionados" se enriquecieron, y siguen haciéndolo,... Es una novela con muchas lecturas repleta de referencias sociales y culturales.


Pepe Carvalho

Manuel Vázquez Montalbán crea un protagonista sobre la base de los típicos detectives norteamericanos, hombres duros, cínicos y solitarios, pero aderezándolo con una carga erótica, un paladar exigente y, sobre todo, una enorme cultura.

Si en Tatuaje Pepe Carvalho se definía a sí mismo como "un ex poli, un ex marxista y un gourmet" en cada entrega ahondamos un poco más en su personalidad, compleja y contradictoria. Ex militante comunista, lo que le llevó a la cárcel, acabó siendo agente de la CIA y ahora es detective privado.
Su cultura es enorme y, si ya sabíamos que tiene la curiosa y cínica afición de encender la chimenea con un ejemplar de su abultada biblioteca, en La soledad del manager pudimos leer que también se limpia el culo con ellos.

" -¿Usted es de los que cuando oyen la palabra cultura sacan la pistola?
- No. Yo saco el mechero. La cultura es guisar con salsas o sin salsas, vivir como un mortal o como un inmortal, prestar a la mujer propia o conseguir la de los demás, es decir, cultura francesa o inglesa, española o americana, esquimal o italiana. Lo que usted llama cultura es ortopedia verbal o letrista."

"Llenó el bidet y luego buscó en las páginas literarias y en ellas el escrito de Fernando Monegal, el mejor crítico español de teatro polaco, predilecto de Carvalho no sólo por la capacidad absorbente del papel sino por la no menor capacidad absorbente de lo impreso. Diríase que se establecía una síntesis inestimable entre el papel y el artículo en la función de dejar el ano preparado para el definitivo lavado en el bidet."

Ahora, echa cuentas

"... encendió la chimenea con La filosofía y su sombra, de Eugenio Trías, calculando que debía dosificar un poco la lenta quema de su biblioteca. Le quedaban unos dos mil volúmenes: a libro diario tenía para unos seis años. Era preciso establecer alguna pausa entre libro y libro, o comprar más libros, simple posibilidad que le asqueaba."

De origen gallego pero asentado en una Barcelona que adora es pesimista, cínico, crítico con el poder, desilusinado con la política y gourmet, 
No sólo busca resolver el crimen, que también, para éso le pagan, sino que va más allá, intentando esclarecer la motivación moral del mismo, que siempre es una debilidad humana.


En resumen, una gran novela, negra si queréis, pero con más lecturas. De hecho se encuentra entre las 100 mejores novelas del siglo XX, publicadas en español, en una lista confeccionada por El Mundo en la que participaron, además de los críticos, más de 20.000 lectores.




xxxxx Buena lectura

7 comentarios:

  1. Este autor es uno de mis pendientes desde hace años y nunca me he decidido a leerlo. A ver si de esta...
    Un saludo.

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  2. No he leído nada de este autor aún. A ver si me animo pronto, que tu reseña invita a la lectura de este libro.
    Besotes!!!

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  3. Fíjate tú que creo que tengo el libro por casa y nunca había reparado demasiado en él... 1beso!

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  4. Un clásico donde los haya. Una lectura pendiente para mi.

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  5. ¡que magnifica idea releer lo que te ha gusta y sobretodo esta magnigica novela del no menos maravilloso escritor!, me declaro "fan" de Pepe Carvallo.
    Besos

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  6. Leí una vez una novela de este autor y me gusto mucho, no entiendo el motivo de que no me haya acercado más a sus otras novelas.

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  7. No sé cómo alguien puede alabar este libro, y mucho menos atreverse a releerlo... Es realmente malo, no se lo recomendaría ni a mi peor enemigo

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